Blogia
eNie dE eLeFaNte

(el casi de él)

Se sentó a escribirle pero no pudo.
Alguien debió advertirle que no podía seguir tirado en medio del patio provocando tormentas arbitrarias en sus líneas. La tormenta llovió, y llovió sobre ella. Ahora está empapada de su tinta, salpicada por las esperas del que escribe, esperando deje de esperar o de escribir o de provocar tormentas que mutilan de inocencia soledades holográficas nunca del todo, y siempre. (firma esto último en disconformidad).
Se sentó a escribirle pero no pudo. La tinta de cada letra se ramificó en otras varias humedades (líquido en líquido se pierde). No pudo escribirle. Fue por la lluvia. (y el frío). Se le mojó el papel.

0 comentarios