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eNie dE eLeFaNte

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Porque la verdad es que nadie sabe a ciencia cierta hacia donde conduce un camino.
La señal estuvo un tiempo torcida. Alguien jugó con aerosol sobre las letras. Yo caminé siguiéndote.
La niebla estaba en el asfalto. Nunca se llega a ver lejos. Se alargaban las sombras de los árboles. Ya no se oían las bocinas. Yo caminé siguiéndote.
¡Alto ahí! ¡Nadie se mueva! ¡Esto es el beso último!
Yo te seguía. Y vos, sin mencionar excusa alguna, me dejaste parada en la esquina donde las palabras que no dije dejan de ser postergadas para ser nuncas. En la esquina donde dejamos de ser nosotros; y fuiste vos, y fui yo otra vez. Ahí, sentada en el cordón de la vereda en la que el sentimiento pasa a ser recuerdo. Sentada al lado del bollito de esperas, de siempres siempre vírgenes, del charquito de paciencias en vela; con los pies a la izquierda de la mancha de mentiras prostitutas.

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