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eNie dE eLeFaNte

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“(…) y vos decías que sí, mientras tus pupilas acuosas se extraviaban en aquel film de encapuchados, que sí existe el amor para siempre, y te ibas acurrucando en el sofá bajo la manta mientras yo no me atrevía a comprender sus mutaciones. Pretender que no mude de ropa, pretender que no se gasten las sedas sólo pudo ser el reclamo de este hombre inexperto que meditó una y otra vez cada vez sin decidir libertarte de ese mar de lanas en el que ibas hundiéndote, mar cuyas olas te iban colmando los ojos y allí los encapuchados se te convertían en peces frágiles buceando en las profundidades de un océano donde tus labios de mujer se humedecían de pelusas.
L, este hombre que aún no se decide a abrazarte en el cojín contiguo tiembla de no saber si existe eso que vos gritaste antes de sumergirte para dejarme salpicado y solo mirando el film de los encapuchados, este hombre que delibera si abrazarte desconoce el ciclo de las estaciones, sabe que no aprendió de otoños semejantes y tiene miedo, no se atreve a comprender el ambarino de las hojas. (…)
Me intriga el color de tus peces ahora que en la superficie sólo quedan unos cabellos cuando la marea baja. Si fuera verano no estaría sucediendo. En ese mar vos estas respirando mientras arriba yo me estrujo de ausencia intentando contener las ganas de haberlo notado a tiempo, y no. Ya no puedo entender lo que decís del otro lado de la manta, las olas a mis costados revelan la pérdida y el hombre que no se decidió a estirar el brazo ya no sabe verte, L. Se resbaló antes de que terminara el film, pretendió la imagen del primer verano y no estaba al tanto de aquello de las mutaciones, no logró entender que lo que había idealizado podía ser distinto, que no se queda el amor siempre en el sofá, que a veces nos encuentra bajo un abrigo de nieve. Se negó a abrir los ojos en invierno, no supo aventurarse a los años, no se animó a admitir que nada dura para siempre nuevo (…)”

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