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eNie dE eLeFaNte

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Ya no quiero más estar en este territorio incierto. Dulce, sí, pero sólo en los primeros capítulos. Después se va convirtiendo en techo que aplasta, en techo con puntas filosas que se clavan, como la jaula en que la pálida dama de estas ruinas juega al loboestá.
Fue delicioso, sí, pero no estoy dispuesta a caminar hacia atrás con los ojos vendadísimos tanto tiempo. Si vamos a marchar, que nos pongamos de acuerdo, derecha-izquierda-derecha-izquierda (o al revés), pero con cierto ritmo que dé seguridad o certezas (o al menos un sucuchito contra la lluvia a destiempo).
Prefiero los espacios al aire libre, sabés. Puede ser elaguaelcielolatierraelfuegoelfueguísimo, pero al aire libre… Es mejor, por ejemplo, nadar mariposa en piletas que garanticen la posibilidad de seguir volando alto y altísimo, que en aquellas en las que indefectiblemente la mariposa se estampará contra el cielorraso apenas lo intente.
Y es que no sé de qué palabritas/murmullos está relleno el blablá que aguarda (a penas cuento dos preguntas y tres puntos suspensivos). Espero un mapita a trazar, un relojito con agujas que atrasen. Puede que nos quede nada más que una alita mojada puesta al sol.

2 comentarios

Anónimo -

sabe qué?, a veces tengo una tendencia a creerle. Pero las agujas marchan para otras cosas, pareciera, tan erróneamente.
Píncheme, píncheme.

Gabriela -

Me gusta mucho. Ud debería escribir mas. Eso: más.