Roseta
I
Entre las palabras; un espacio virgen y habitable. Elegimos el silencio y el derrumbe de las paredes, allí, por falta de uso. ¿Habitantes? Elegimos la intemperie de las calles donde nadie habita ni cohabita. Elegimos la soledad de las chambres d’hotel e ignoramos (por miedo) el espacio-tiempo que aún aguarda intacto su fecundación.
El parto donde no podía.
(Él parió donde no debía.)
II
Se vió aparecer el cuerpo escrito–la escritura cuerpo. Se vió el tintero y la piel manchada-goteada-tatuada-rasgada-marcada a tajos y destajo (se impregna y fluye la tinta-sangre escribiendo el tiempo de cada voz en toda piel) desmoronarse en la trampa (nada puede ser inofensivo). Luego, vamos cayendo en gajos, papiros de un jeroglífico indescifrable.
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