Soledad Nº 2
Esa noche, alguien podría haber advertido (si hubiese querido), la noche de sus ojos. Esa casi casi expresión de vacío (que por tanto llega a ser total), ese silencio de ausencia, esa soledad de solos, esa agonía de vicios ajenos, ese abismo entre cuerpos distantes y fugaces adquiridos al azar.
Es quizás la piel gastada, el desprecio, los barrotes oxidados de ese cuarto en esa vida incorruptibles, el precipicio de las curvas; de las formas de esas curvas ya roídas, o tal vez la impotencia ante el abandono cruel que la encontró esa noche, sentada sola en medio de la cama a medio vestir (o desvestir), esperando sin sentido alguna soledad que acompañe, al menos por un momento, la suya.
Es quizás la piel gastada, el desprecio, los barrotes oxidados de ese cuarto en esa vida incorruptibles, el precipicio de las curvas; de las formas de esas curvas ya roídas, o tal vez la impotencia ante el abandono cruel que la encontró esa noche, sentada sola en medio de la cama a medio vestir (o desvestir), esperando sin sentido alguna soledad que acompañe, al menos por un momento, la suya.
0 comentarios