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11
ahora
en esta hora inocente
yo y la que fui nos sentamos
en el umbral de mi mirada.
Alejandra Pizarnik
Se bifurcan los pasillos. (ella por las dudas va y vuelve) (a veces se queda un rato, o se despoja de caracoles en la orilla, antes de irse a volver). Los recorre a todos. Oigo los pasos. Sé que deambula buscándome. Sabe que sé que me busca. (por las dudas postergo el sonido) (y la mudez en exceso). La siento alejarse de todos los lugares en los que sigo siendo la que fui y ya no soy, con algo mío. Éste me pertenece... no quiero que me eche de nuevo (no me deja lugar, no hay vitrinas disponibles no sé si las quiero-).
Viene despacio (arrastra preguntas). Viene despacio. La siento acercarse. No tiene prisa. Sabe que sé que escaparme es inútil. Camina lenta (como burlándose). Es amenaza algunas veces bebió atardeceres en calas-.
Camina hasta detenerse del otro lado de la puerta. Recién ahí se queda inmóvil. Sin decir palabra. Sin buscar pretextos. (sabe que sé que me asecha)
Me tiemblan en el relicario los codos, los cuerpos prestados que yo cuidaba. Sé que viene a buscarlos (sabe que sé).
Me falta el aire que ella me respira. La siento succionar los poros míos que comenzarán a ser suyos. Se me hunden los senos. Me consume. El miedo que me nace desvanece dedos. La frontera de mi ombligo se borra, sus límites se expanden milímetro a milímetro y me caigo, al final, en el silencio (ese que queda).
Ella está llena de ausencias ahí, del otro lado (pude ver por la cerradura el hueco en sus ojos). También me espiaba. Estuvimos a una puerta de distancia y sin embargo ninguna de las dos ha puesto la mano en el picaporte.
Supongo que habremos decidido permitirnos el rito previo a lo que se sabe inevitable. Sabíamos que ese era el último pasillo. Todavía puedo depilarle (si quiero) un instante más al instante, pero últimamente me he vuelto en contra de la soledad mal paga.
El tiempo es la única independencia. Ella tomó coraje, ya.
El magma invade todos los pisos de mi espacio y yo por fin me siento en la terraza a contemplar la ecatombe.
ahora
en esta hora inocente
yo y la que fui nos sentamos
en el umbral de mi mirada.
Alejandra Pizarnik
Se bifurcan los pasillos. (ella por las dudas va y vuelve) (a veces se queda un rato, o se despoja de caracoles en la orilla, antes de irse a volver). Los recorre a todos. Oigo los pasos. Sé que deambula buscándome. Sabe que sé que me busca. (por las dudas postergo el sonido) (y la mudez en exceso). La siento alejarse de todos los lugares en los que sigo siendo la que fui y ya no soy, con algo mío. Éste me pertenece... no quiero que me eche de nuevo (no me deja lugar, no hay vitrinas disponibles no sé si las quiero-).
Viene despacio (arrastra preguntas). Viene despacio. La siento acercarse. No tiene prisa. Sabe que sé que escaparme es inútil. Camina lenta (como burlándose). Es amenaza algunas veces bebió atardeceres en calas-.
Camina hasta detenerse del otro lado de la puerta. Recién ahí se queda inmóvil. Sin decir palabra. Sin buscar pretextos. (sabe que sé que me asecha)
Me tiemblan en el relicario los codos, los cuerpos prestados que yo cuidaba. Sé que viene a buscarlos (sabe que sé).
Me falta el aire que ella me respira. La siento succionar los poros míos que comenzarán a ser suyos. Se me hunden los senos. Me consume. El miedo que me nace desvanece dedos. La frontera de mi ombligo se borra, sus límites se expanden milímetro a milímetro y me caigo, al final, en el silencio (ese que queda).
Ella está llena de ausencias ahí, del otro lado (pude ver por la cerradura el hueco en sus ojos). También me espiaba. Estuvimos a una puerta de distancia y sin embargo ninguna de las dos ha puesto la mano en el picaporte.
Supongo que habremos decidido permitirnos el rito previo a lo que se sabe inevitable. Sabíamos que ese era el último pasillo. Todavía puedo depilarle (si quiero) un instante más al instante, pero últimamente me he vuelto en contra de la soledad mal paga.
El tiempo es la única independencia. Ella tomó coraje, ya.
El magma invade todos los pisos de mi espacio y yo por fin me siento en la terraza a contemplar la ecatombe.
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