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eNie dE eLeFaNte

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Mi mácula debe ser, sin duda, tener que preguntarme todos los días lo mismo sin olvidar negar toda posible respuesta. La rotura, de acuerdo. Y, después, ¿Queé, con los pedazos? ¿A quién pederle el respeto? ¿a la uniforme o a su escultor? ¿al escultor o a su piedra virgen? Hay algunos conceptos errados, creo, en las manos. Ni big bang ni apocalipsis. Una mano escultora que puede o no equivocarse.

 

Mácula o cruz. Pictórica o táctil. Cargo con cada uno de los pedazos descartados de la piedra virgen, también. ¿Debo conservarlos en relicarios o vitrinas de honor, o debo jeter ça à la poubelle ? ¿cuál es, entonces, la que queda?

 

Preguntarme todos los días, acosarme a preguntas, intentar respuestas, qué hacer con cada resto, qué hacer con la obra y su apogeo, hasta dónde cargar las manos del creador. Saber un límite de la paciencia sin convertirme en triste araña. Saber un « basta » de la tolerancia sin llegar (sin permitirle llevarme) a ser la piedra ys us inviernos irreversibles.

 

Y ¿entonces? No llegar, no llegar a ningún lado nunca (en un nunca que se extiende unos meses, solamente) o, peor, llegar a un lugar que no era mío (ya habia dicho). Esta es la de la persistencia. Miedo otra vez. Me falta encontrar una buena excusa para abolirla sin que me de cuenta. Saltar el muro (o asomarme) para ver qué habita al otro lado de estas certezas tan enclenques.

 

*

Las hojas rojas del otoño en la ciudad pintada se mezclaron tanto. ¿Ves? Era por esto que no me animaba a jugar el juego contra mí, sé que yo siempre gano. Estoy lejos, no puedo escribir en esta hoja, no estoy acá, maintenant. Yo siempre pierdo.
Es difícil que cambie mis modos por mí misma. Necesité alguien que me rompa, y rota, rotísima, ahora necesito las manos que me dieron sentido así y me mantienen más o menos cerca de mis pedazos, por no decir que necesito las manos que le dan razón de ser–existencia a ésta que soy ahora, a todas las que fui desde que dejé de ser una e indivisible. ¿Él quiere eso? ¿Necesitarme de estos modos? Yo, al menos, creo que ya no me necesito. (Claro, esa debe ser la diferencia: estar tan roto como para prescindir de lo que unía y, entonces, no poder ser (el nuevo ser, roto) sin las manos del crimen. Eso es.) Si pudiera… pero… tengo miedo de  tanto romper y que dejes de ser vos y empieces a ser lo que yo era antes del crack crack, esa que ya, se supone, no me inspira cariño.
Muchas hojas de colores de distintos otoños se mezclaron (¿es, el otoño, también un deíctico?) octobre-otoño. Fin. Algo roto. (Pero no de quebrado o de pena, sino de distinto, de contornos nuevos e inexplorados, por un momento, tallados por una mano ajena a todas las religiones de masas). Yo religo con los hilos de tu sangre / nada más. Se comulga, en mi religión, con vino profano.

§

Si hay viento fuerte, esas cosas, se escriben en bitácora. (Quizás, con, el tiempo, aprenda a ser todas al unísono)

 

/:/

Me desdoblo, siempre cuco, infinita hasta la médula. Ahora no sé si soy la del diario de viajes o la del cahier de théâtre o de cartas o de sueños. ¿A cuál escribo cada vez? ¿Por qué separo las hojas? ¿Cuál soy en qué momento que la del diario no es autora de obras de teatro y la otra crea espacios y escenas pero no las escribe? ¿Por qué me escribo en tantos lugares? ¿Soy, en cada cuaderno, una otra? ¿Cuando llegará el día en el que pueda ser de corrido y sin interrupciones ni las urgencias del tiempo? Y si nace acá, la escena, después, ¿Qué hago ?

 

No quiero más conflictos de deixis ni sueños llovidos.

 

 

Alguien está echando a patadas mi lengua, alguien me esta pronunciando.

*

Quizás canseme de jugar el juego. El ratón le comió la lengua al gato, pero esta vez es así, lo sigo porque corresponde a la mentira seria. Él es otro sobre las tablas. Él juega sus yoes, estrena sus posibilidades mientras yo viajo por las rutas de un país al que llegué por su boca. Quizás ya cansé con el juego, pero debo decir que lo de compardir (con « d ») no era mentira.

 

Mar

Azul para distraernos. Pasar y ni siquiera mirarlo, matar su lapislázuli con indiferencia, hacer de cuenta que da lo mismo, que esté o que no esté.

 

:/:

Es difícil, salirme de este desgano para ganarme. Comenzar a escribir con la vista nublada no es lo más indicado (nublada de basuritas que provocan snif snif, no de nubes o tormentas). No. Esta vez elegí (…) dejar las tormentas afuera. (Y otra vez el problema de deixis: ¿cuál es mi afuera si vos, tan lejos, estás en mí?) Lo que quiero decir es que no son las tormentas repentinas (o no) las que me traen con el viento, sino justamente esa calma que la precede o antecede (poco importa), esa calma de todo tan en orden pero, para variar, la deixis interrumpe. Estoy segura de las cosas cuando son posibles, y no tanto, ya, cuando son reales, re-alizadas (no por chatas, como esta calma chica, sino por verdades –les tengo miedo, cuando se develan sin vergüenza-). Ahora que estás allá (pero menos afuera que la tormenta y sus rayos) sé quién sería si fuera yo, en tu tiempo y espacio. El problema lo plantean otra vez los pronombres y los adverbios del índice. ¿Cómo ser aquella no estando allá (que debería ser mi acá) ? ¿Cómo ser acá si mí está allá? El problema no es ser aquella estando acá, sino ser acá la que me esperaba, para no tener otro de esos conflictos de desplazamiento que para nada añoro y que después desencadenan en sueños en el teléfono y navidades realizadas. Últimas. Esas fueron las últimas navidades de la inocencia. Después alguien robó, alguien abusó de la confianza, alguien quitó, alguien privó, alguien dejó renga a esta mitad que no volvió a encontrarse y entonces ahora mata aburrimientos enredándose en palabras porque no tiene (porque le quitaron) los círculos de tronquitos que (antes) no eran necesarios. Y no sé por qué llego hasta acá, si sólo tenía miedo de empezar las letras por lo de extanjera, no por aquello otra vez. (« Aquello », de nuevo la deixis que destiñe / detiene los relojes).

 

Suen io

No. El episodio no comienza en un lugar desconocido. Se conoce el cuerpo (se adivina, más bien). La cama es distinta, pero ellos son los mismos. El chocolate derretido. La gallina reina. Todavía no saben el deseo, ingenuos, todavía. Después serán museo de un eros naïf en el barrio inglés.

El sentimiento es no. La intención también, pero alguien va. Desconocido, también desconoce. El camino se adivina, decía (y, otra vez las piedras y la noche, como si hubiera querido dejarles su espacio). Las valijas estaban rotas, por eso algo la atraía, del suelo (no lo sabía, pero de este modo todo se hilvana: el texto olvidado y la escena actual, más o menos son los mismos, pero ahora con un sentido, quizás, menos profano).
La tarea sería escribir los cuerpos, dibujar meandros y éxtasis sin cerezas, sólo con las manchas del color en los dedos (¿Cómo se llamará a las « yemas » de los dedos en francés?). Jeune-blanc, clara y yema. Todo existe en dos para separarse: el color, por ejemplo, de las cerezas, para poder pintar el cuerpo cuando sea apropiado. No hay costura entre las sábanas celestes y las blancas, éstas últimas no absorben pigmentos. Son incertidumbre. Ni siquiera hay el miedo a que no sea, a que nada sea. Faltan pistas y huellas digitales. Cualquiera diría que los estaba buscando, en el sueño del « No », del « ya no es posible », del « suficiente! ». Sin embargo… Era el límite de la tolerancia sólo porque era verdad inconsciente, o, sino. Extraño, sí, pero viene a ser relleno de la serie de episodios correspondientes a esta historia, reencuentros, regresos. « Es peor regresar a un lugar que no era mío », sí, eso dije. Pero peor… ¿a qué?   
Hay un monstruo implícito en algún lado. Primero, creí que era la otra (y no es que quiera desmitificarla), pero (al menos) sé que no tiene nada que ver con las sábanas. Ahora, podría pensarse que tiene que ver con dadá (y los sastres siguen trabajando) mientras todavía podía resistirse a la institución. (Oia, cada cereza es un pozo nuevo. Creo que tengo que comer alguna, o dejar de dibujar cuevas. No hay, tantísimas, en la piel de un hombre, des ombres. ¿Sombras?
¿Y si tuviera miedo?)

 

fragmentos de

Usted, mademoiselle, la del río y las piedras, se reiría mucho de mí, si viera. Se moquer, de mocos.

 

 

 

 

Me voy, antes de dadá, ajó y ají, y esas cosas.

 

:

La espera es de los cuerpos. Nosotros podemos vivirnos de otros modos.

 

Hoy fui a llenarme los ojos de agua (no sé por qué hablo de haber ido si todavía estoy « allá ». Es el problema con los deícticos, ahora, el conflicto.) « Ahora ». Bahhh.

 

Necesitaba el ruido de las olas, la tinta, quién sabe. Acá se llena de gente como si las hormigas hubieran cazado una mosca grande. Y hay pájaros, y barcos y veleros, rocas y olas, y olas, y olas, y olas, y olas… sólo en el teléfono.

 

Extraño un poco la ausencia de estas cosas.

 

desafío

...Como las ganas de escribir una carta y no escribirla. Como la necesidad de enviarla sin haberla jamás escrito.

/

El sueño esta vez ha sido realmente perturbante. Una cosa es soñar la vuelta, el regreso o visita de los que se quedaron, y, otra cosa, muy distinta, es soñar la vuelta a un lugar que no era –ni es- mío.

 

(Planeo vacaciones. Escribo como Horacio, con hache.)

Necesitaba estar afuera del mundo. Salirse, por una estación de radio o de tren. Pero al pasado, no a esta humedad.

 

:-:

Todas las noches, el ritual. Alguien come el chocolate y espera, de chocolate. Très fatiguée, mais sólo le llueven letras.
TODOS LOS MITOS SON MOJADOS, que es su estar, pero más esencia. No, no v.p.
Lamer. Alguien se come, y no hay caníbales.
En las tardes ajenas, la golosina tendería a derretirse.
(Las nubes no son, pero el mito llueve, igual, siempre).
Me dejo, ahora me toca mover la piedra.  

 

*

Ayer, Saint Tropez , mojado. (¿será que todos los mitos se inundan?). Hay algo vacío (el balde, un gotero, una piedra no maciza), hay algo picando, algo que avisa o advierte. De todas maneras, si ya soy la otra, no me prefiero.

 

 

*

 

 

Hay algo de mí (la nueva), que no conozco. Aún, además, no me adapto a sus ritmos ni a sus desvelos nocturnos. Nada. Ni al vaivén.

 

 

je ne sais pas

Je ne suis pas, maintenant.

*

No me animo a leer ciertas cosas, ahora, lejanas. Tal vez no me animo a ser la de acá. Todavía no conozco a Anaïs. No hay nada, acá, de mí (o de la que ya –o por ahora- no puedo/debo ser). Il pleuve. (y tampoco me animo a ver eso). Je dois acheter un parapluie para las noches de tormenta y luz cortada. Tengo que nacer Anaïs.

 

+

Las cosas son como son hasta que uno descubre cómo funcionan